jueves, 4 de agosto de 2011

Depresión: epidemia mortal en tiempos modernos

Se calcula más de 3 millones de argentinos (es decir el 8% de la población) padece cada año algún síndrome depresivo; un 6.4% de estas personas sufren trastornos depresivos leves a moderados y, un 1.6%, severos.


Según la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente 121 millones de personas en el mundo padecen trastornos depresivos graves cada año y se pronostica que, en 2020, será la segunda causa de morbilidad a nivel mundial. Por su parte la Organización Panamericana de la Salud registra altos niveles de depresión mayor en América Latina, y calcula que dentro de 12 años esta enfermedad será la segunda causa de incapacidad mundial, lo que impedirá el desarrollo de las actividades sociales y laborales en buena parte de la población.

Un episodio depresivo se define como un período de tiempo, al menos dos semanas, durante el cual una persona experimenta sentimientos de tristeza, pérdida, ira, frustración y desinterés al realizar actividades que antes le producían placer. Cuando estos síntomas impactan negativamente en la vida cotidiana y  producen dificultades en el funcionamiento (problemas para trabajar, concentrarse, auto-daño, ideación o conducta suicida) estamos en presencia de la depresión clínica o completa.

La depresión se ha convertido en una epidemia moderna que ataca a niños, jóvenes y adultos poniendo en peligro sus vidas. Los hábitos de vida saludables, la psicoterapia y un tratamiento psiquiátrico adecuado podrían contrarrestar sus efectos.

¿Cuáles son las causas de la depresión?

En muchos casos el inicio de la depresión es relacionado con eventos estresantes tales como: la pérdida de un ser querido, dificultades financieras o laborales, divorcio, la enfermedad de un miembro de la familia, etc. Por otro lado, hay personas que tienen una predisposición genética a contraerla; y en otros casos está relacionada con otras afecciones y tratamientos médicos como alcoholismo o drogadicción, baja actividad en la glándula tiroides (hipotiroidismo), ciertos tipos de cáncer, insomnio y consumo de medicamentos esteroides (drogas con efectos desinflamatorios fuertes).

Síntomas

Estado de ánimo irritable o triste
Pérdida de placer en actividades habituales (incluso en la vida sexual)
Dificultad para conciliar el sueño o exceso de sueño
Cambio dramático en el apetito, a menudo con aumento o pérdida de peso
Fatiga y falta de energía
Sentimientos de inutilidad, odio a sí mismo y culpa inapropiada
Dificultad extrema para concentrarse
Movimientos físicos muy agitados o muy lentos
Inactividad y retraimiento de las actividades usuales
Sentimientos de desesperanza y abandono
Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio
En los niños: tristeza, fatiga y disminución en el rendimiento escolar


Ilustración: Oswaldo Guayasimin

3 comentarios:

  1. Me encanto la entrada! Me intereso mas todavia ese dato de que la depresion podria relacionarse con segregaciones geneticas. Hay algo mas de informacion al respecto para seguir leyendo? Muchisimas gracias!.

    Evangelina
    Estudiante de Biologia en Salud

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  2. Excelenete es el blog en la forma y los contenidos, estos últimos, naturalmente, expuestos a comentarios y opiniones. Sobre las manifestaciones de la depresión, mis más de 45 años de práctica de la psiquiatría clínica, me han enseñado que la "pena" es menos frecuente que el 'abatimiento'. Además, es interesante lo poco que se mienta el malhumor, que es la consecuencia de la intolerabilidad; a sú vez, emergente de la falta de laboriosidad que exige el aceptar aquello que no agrada.

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  3. Ahora, con respecto a las "causas" de la depresión, desde Tellenbach y,luego, los neurobiólgos, sin olvidarnos de aquellas líneas que hababan hace años de lo endógeno, son, como se desgaja de esa palabra, predisposiciones genéticas. Por algo, hay personas absolutamente normales que no se deprimen jamás. Cada día, los "motivos" de una depresión se hacen menos relevantes, apareciendo, más bien, como 'desencadenantes' de depresiones. También, la difusión mundial del uso 'necesario' de psicofármacos, apunta al carácter inmanente de la depresión. Esto no resta al psiquiatra de su labor permanentemente psicoterapeutica (no aconsejablemente para encargar a terceros), tenida, incluso, en cuenta, la posibilidad de un cambio en base a las sospechas de una neuroplastía.

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